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El tema de discusión se ha concentrado en el aspecto impositivo y fiscal, que es el elemento clave del modelo económico inviable que con tozudez impuso el anterior gobierno.

El nudo fiscal

Por José Samaniego Ponce

El tema de discusión alrededor de las mesas de diálogo y del Consejo Consultivo Productivo y Tributario promovidos por el gobierno del presidente Moreno, se ha concentrado en el aspecto impositivo y fiscal, que es el elemento clave del modelo económico inviable que con tozudez impuso el anterior gobierno. Y no puede ser de otra manera porque el problema central de la inversión y el crecimiento de la producción en la economía ecuatoriana se centró en el Estado y es éste agente económico el que, precisamente, atraviesa un problema estructural de liquidez y solvencia, que se reflejó en un déficit equivalente al 7% del PIB en 2016.

Como se ilustra en el cuadro que consta a continuación, con corte a junio de este año, el déficit del presupuesto ya asciende 2.132 millones de dólares. Considerando la  estacionalidad propia del año fiscal, una proyección razonable con políticas prudentes podría resultar en un déficit no menor del 5% a finales de este año.

 

Y es lógico esperar que el debate converja al tema fiscal, porque mientras el gobierno tiene una brecha que debe cubrir, el sector privado demanda una reforma impositiva que devuelva a inversionistas y productores las condiciones e incentivos para constituirse en los principales generadores de la inversión, el crecimiento y el empleo (“crowding in”). En particular, los sectores privados piden racionalizar ciertos impuestos (ISD, anticipo del impuesto a la renta, plusvalía, draw back, etc.) que tienen un costo fiscal importante, mientras que el gobierno no encuentra manera de compensarlos inmediatamente para no deteriorar aún más las finanzas públicas.

Claro que el gobierno tiene herramientas disponibles para hacerlo (IVA, reducción de subsidios, etc), pero para ello requiere soporte político,  mayoría parlamentaria y una gran dosis de sacrificio que, con la altísima popularidad del presidente, parece que por el momento no está dispuesto a asumir.

Se viene un semestre marcado por la agenda política, mientras que la política económica deberá esperar confiando en un mayor endeudamiento.