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«La pandemia sanitaria tiene un costo que todos lo debemos asumir, pero el límite social y económico empieza a ser intolerable. Cuidar la salud es vital, pero no adecuar la conducta de la sociedad a este mundo nuevo y mantenerla recluida, no parece lo más sensato. »


Autor: Eco. Abelardo Pachano B. – Tomado por el diario El Comercio, Edición 01/05/2020

¿Hasta cuándo aguantará este encierro? Entendemos las razones que sustentaron esta brusca paralización de actividades y la necesidad de recluirnos en nuestros hogares. Pero, ya es hora de tener claras las razones objetivas que llevan a las autoridades, ahora locales, a mantener en principio esta situación por todo este mes adicional que recién comienza hoy. De entrada ya decidieron que el proceso de semáforo rojo en Quito sigue hasta el 11 de mayo. ¿Qué dirán los alcaldes de los valles circundantes?, pues ellos también deberán modelar este proceso. O, ¿estoy equivocado? Qué tal que si uno dice que no y otro que sí. Deberían hacerlo de forma coordinada pues todo el país está integrado por lo cual es difícil entender lo decidido por las autoridades nacionales.

No se trata de dar respuestas generales, con apreciaciones subjetivas, sino de sustentarlas en evidencias provenientes de evaluaciones científicas y cálculos matemáticos que midan con precisión los cambios en las probabilidades de contagio.

Es cierto, que siempre existirá un riesgo, pero deberá ser calculado y controlado con medidas de regulación en el comportamiento social de toda la colectividad, tanto más que existen infinidad de instrumentos que son de singular efectividad para ordenar el número de personas que pueden caber en los recintos comerciales sin ocasionar aglomeraciones peligrosas que han sido advertidas por los organismos especializados en la lucha contra este virus.

Igual se puede regular para el uso del transporte público, las unidades productivas, modificando horarios de trabajos para distribuir en el tiempo las movilizaciones humanas. Hay un espacio enorme para la creatividad en este campo experimental que para fortuna nuestra ahora dispone de tecnología accesible, amigable, de fácil uso y amplia cobertura.

Las autoridades locales tienen la obligación de explicar con detalle la forma cómo piensan salir de esta etapa que ya lleva seis semanas de confinamiento; y, si las estimaciones de baja utilización de la infraestructura productiva es la correcta, el país pierde cerca de 190 millones de dólares diarios, lo que cada mes significa un poco más del 5% del PIB anual.

Si sigue esta paralización, la estimación de una recesión del 6% será historia. La desocupación tomará niveles de vergüenza, habrá mayor pobreza e indigencia, con muchas unidades productivas en estado de postración definitiva.

La pandemia sanitaria tiene un costo que todos lo debemos asumir, pero el límite social y económico empieza a ser intolerable. Cuidar la salud es vital, pero no adecuar la conducta de la sociedad a este mundo nuevo y mantenerla recluida, no parece lo más sensato.

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